Tupananchiskama

 Tupananchiskama. 

(en quechua: "hasta que la vida nos vuelva a encontrar")

25 de abril, martes. Volvemos

Alojamiento: Nereo rooms. Lima. 41 euros

Finca Sachavacayoc-Puerto Maldonado-Lima

Última noche y último día en este trocito del paraíso.

Cuando llegamos a la cafetería a las 7,30 nuestra compañera americana nos abordó enfadada. La entendí que anoche habíamos acordado que quedábamos a las 7 pero que cuando ellos se retiraron, nosotros con Pepe habíamos cambiado la hora a las 7,30. Así que ellos estaban esperando desde las 7 de la mañana y además él no se encontraba bien. Yo la dije que no había sido así. No obstante, cuando llegó Pepe le comenté lo que creí haber entendido y fue así. Con frecuencia me suelo minusvalorar y creo que entiendo menos de lo que realmente soy capaz y es que me “peleo” tanto con este idioma que llevo casi toda mi vida estudiando, que cuando no entiendo algo….lo invento. Pero en este caso no fue así.

Y siguió enojada casi todo el desayuno. El más afectado parecía Pepe. A nosotros nos molestó que pensara así y su actitud, pero ya se la pasaría.

Al parecer el americano había tenido fiebre por la noche y no se encontraba bien. Nosotros teníamos medicamentos pero no nos atrevíamos a ofrecer, únicamente paracetamol o ibuprofeno pero él dijo que quería algo para desinflamar el pulmón así que no insistimos más.

Embarcamos y pusimos rumbo rio abajo hacia Puerto Maldonado. Como nuestro compañero tosía (lo que hizo prácticamente durante toda la estancia) le ofrecimos unos caramelos para la tos que llevaba Angel y que son de farmacia. Le dimos prácticamente medio blíster e hizo la pregunta de todo americano, que cuánto nos tenía que pagar. Se mostraron muy agradecidos cuando les dijimos que nada.

Durante el camino hacia puerto Maldonado, Pepe nos enseñó fotos de sus hijas y yo de nuestros hijos contándoles cosas de ellos.  Pepe no sabría si podría ver a su familia hoy en Puerto Maldonado o tendría que regresar de forma inmediata con otro grupo que comenzaba. Ayer por la noche coincidimos con 4 o 6 personas más en el restaurante.

Luego les enseñé en el móvil fotos de los cuadros que había pintado y el comentario de ella fue muy "americano" afirmando que los vendería y sacaría dinero extra por ellos,  ante lo que yo comenté que solía regalarlos lo que no pareció comprender mucho. Debió pensar que nos sobraba el dinero o que éramos algo raros. Como tenía dos imanes de los que pintaba yo, les regalé uno a cada uno, y les encantó. Luego Angel me diría que en un frigorífico de algún lugar de California había un imán mío pegado. Me hizo gracia. Le había regalado también a Dionel, así que habría imanes míos en algún frigorífico cuzqueño y en Puerto Maldonado, y también en algún lugar de California y no imagino donde podrían acabar sus días.


Llegamos a las oficinas de Junglepro y esperamos a que nuestros compañeros compusieran su equipaje ya que descubrimos que llevaban unos enormes maletones. Después nos dijeron que iban a pasar por una farmacia para comprar algún medicamento y estuvimos esperando un buen rato. Les dieron ….amoxicilina. De eso, tenía yo que siempre trato de viajar con un botiquín de primeras necesidades más o menos completo. Pero mejor así. No obstante me extrañó que no fueran prevenidos y también que se lo vendieran sin más en la farmacia porque además, ya tenían sus añitos, aparentaban al menos más que nosotros.  Y estaban muy preocupados por la altura en Cusco, por los días que iban a estar allí. Espero que les haya ido bien.

Ya en el aeropuerto nos despedimos muy cálidamente y cada uno seguimos nuestros destinos. Nuestro vuelo partió con un poco de retraso hacia Lima y nuestro compañero de asiento era esta vez un guía, un joven de 27 años que era la primera vez que volaba y mantuvimos todo el vuelo una animada conversación. Nos habló de las explotaciones mineras ilegales de las selva, de cómo destrozaban todo, de cómo envenenaban con mercurio las aguas y de cómo el Gobierno lo sabía y eran fáciles de localizar pero no hacían nada, de que estas explotaciones originaban tráfico de personas, explotación, en fin. De muchas más cosas como preguntarnos cual era el secreto de llevar 40 años casados.

Es evidente que este hermoso país tiene muchos y serios problemas por resolver y parece que el más urgente y grave es la corrupción ya que con todos los peruanos que hablamos de las huelgas y manifestaciones pasadas, todos coincidieron en que había montajes, que había policías infiltrados entre los propios manifestantes que eran los que originaban las agresiones, que había intereses creados sobre todo en el sur del país, en la región del Lago Titicaca, una de las más pobres pero también con una riqueza minera impresionante. En Machu Picchu, por ejemplo, nos comentaron que el ferrocarril lo hicieron entre los peruanos, aportando su trabajo por lo que era del Estado y de los peruanos,  y que se vendió a empresas (Perurail e Incarail) y de una de ellas, no recuerdo si el alcalde de Lima, era propietario en gran parte. Solo con lo que cobran por subir de Ollantaytambo hasta  Aguas Calientes, siendo la única forma de llegar a no ser que se afronte una dura caminata, se tienen que hacer de oro. Y algo parecido ocurre con el autobús. Muy caro, sin competencia y ahora leía algo de que quería entrar otra empresa en el concurso.

Y curiosamente,  nadie habló bien del actual Gobierno y de su presidenta dudando de su legitimidad y de lo que en realidad habría ocurrido con su anterior presidente. Pero, desconocemos todo sobre el país. A España no llegan apenas noticias con lo que no podemos valorar o juzgar lo que ocurre en realidad, solo decir que vimos gente muy pobre, que el país en general es pobre pero que tiene un gran potencial y no solo en turismo.

Volviendo a nuestro joven compañero de vuelo, iba a Lima a ver a su novia. Cuando desde el aire vio algo de la ciudad,  no pareció gustarle. Y no me extrañó. Cambió un vergel verde por un desierto marrón, contaminado, sucio…Todavía contrasto en mi memoria la imagen que desde el avión tuve de Lima, en medio casi de un desierto, y la de Puerto Maldonado, entre el verdor de la selva y el marrón de los ríos Tambopata y Madre de Dios. En fin, que no sé cuánto duraría nuestro joven amigo en esta inhóspita ciudad.

También hablamos de Junglepro y de nuestro guía Pepe, ya que parece que entre ellos se conocen todos y le conocía y había jugado  al futbol de vez en cuando con él.

Luego cuando nos despedimos nos dijo que no podría haber hecho este viaje en mejor compañía que la nuestra. Un amor de persona, como casi todos los peruanos que habíamos conocido en nuestro viaje que ya estaba finalizando.

Y ya en el aeropuerto nos estaba esperando Juan, nuestro taxista quien nos llevó muy ágilmente, esta vez a Nereo rooms, en Miraflores también, cerca de la playa y del  Parque del Amor, pero, aunque el sitio parecía más tranquilo, si tengo que escoger, me quedo con el hotel Las Palmas.  Nereo rooms  era un edificio donde solo había un joven que era el conserje y que abría y cerraba, pero nada más. De hecho, Angel cometió un error y bloqueó la caja fuerte con los pasaportes dentro y tuvimos que esperar a que a las 20 horas viniera la dueña a hacer el checkim y con la llave de la caja para abrirla. Hubiera preferido resolverlo de forma inmediata. Me intranquilizaba no poder acceder a mi pasaporte teniendo que volar mañana a casa. La habitación normal, pero…sin aire acondicionado y el ruido exterior obliga a tener las ventanas cerradas porque había mucho tráfico. El Hotel Las Palmas tenía aire acondicionado.

Dejamos las maletas y nos fuimos a buscar un lugar para comer. A través de tripadvisor había localizado algunos restaurantes a  unos 10 minutos caminando y ayudados también por la técnica, con el google map,  los encontramos. Escogimos uno que fue un acierto. Por 10 euros pedimos una fuente enorme de arroz con cosas que estaba exquisita y si pensamos en un principio que no podríamos con ella, no fue así y no dejamos ni un granito de arroz. Hasta el camarero se sorprendió.

Dejamos el restaurante para buscar alguna tienda donde comprar nuestra cena (empanadillas a las que nos habíamos hecho casi adictos) agua y fruta fresca y cuando lo hicimos, regresamos al hotel. Dejamos allí las cosas y nos acercamos al parque del Amor.

El ocaso se aproximaba y desde aquí se tenían unas hermosas vistas de la puesta de sol sobre el Pacífico y detrás de la isla de San Lorenzo.  Muchos jóvenes esperaban el evento sentados sobre una explanada en el acantilado. Contemplamos como poco a poco se fue escondiendo el sol, como iban cambiando los colores del horizonte, pintándose de amarillos, rojizos y rosados sobre un océano que hacía honor a su nombre: Pacífico. Sería nuestra última noche en lo que había sido nuestro primer viaje al hemisferio sur de nuestro planeta. Dimos un breve paseo por el parque del amor por donde paseaba mucha gente y antes de anochecer regresamos al hotel a descansar.

A las 20 vino la dueña, hicimos el checkin y nos abrió la caja fuerte. El hotel dispone en una planta de una cocina compartida con fuegos, frigorífico y mesas para comer así como una zona de descanso con sofás. Muy agradable, aunque me pareció un poco desolado. Para una estancia un poco más prolongada puede estar bien ya que permite el uso de la cocina compartida, pero para una noche, con la sencilla habitación es más que suficiente.

26 de abril, Miercoles. Volamos a casa.

Como venía siendo frecuente en él, unos 10 minutos antes de la hora acordaba, Juan nos esperaba abajo con su taxi para llevarnos en muy poco tiempo hasta el aeropuerto donde tras 3 horas de espera, nos despediríamos de este maravilloso país que tan bien nos había acogido y donde no nos habíamos sentido extraños.

Las casi 12 horas iniciales de vuelo se convirtieron en poco más de 10, lo cual se agradeció. La compañera mía, peruana, no paraba de moverse en posiciones imposibles que a veces invadían mi espacio. Pero entre la cena, un par de películas y un chute de orfidal, casi sin darme cuenta llegamos al aeropuerto de Madrid a las 4 de la mañana donde pedimos un cabify para estar en nuestra casa algo después de las 5 de la mañana dando por concluida nuestra ventura peruana.

Los recuerdos que pueblan mi memoria

No puedo decir que volveré. Lo desearía porque solo hemos conocido una pequeña parte de este maravilloso país, pero el tiempo no me dará ya de sí. 

Ha sido un viaje sorprendente, por ecosistemas variados, mezclando arte, historia y naturaleza y como siempre, lo que nos llega al corazón son sus gentes que en todo momento nos han hecho sentir cómodos y seguros. 

Todos, todos sin excepción, han cuidado de nosotros, desde los taxistas que hemos tenido con especial recuerdo a Juan en Lima, entrañable y cálido, quien con gran profesionalidad nos transportó varias veces del y hacia el aeropuerto, pasando por los alojadores con los que siempre hemos tenido un trato directo, y amable y por supuesto nuestros guías, desde Dionel en Cuzco, que cuidó de nosotros durante cuatro días y nos mostró las bellezas y secretos de su Valle Sagrado, pasando por Willson que solo en unas horas que estuvimos con él fue capaz de hacernos SENTIR el Machupicchu, hasta Pepe en la selva, con quien compartimos intensos momentos y que pacientemente y con mucho cariño, también nos fue descubriendo los secretos de su selva amazónica. 

Nunca dudamos de que sin Pepe, no habríamos sabido sobrevivir en un ambiente tan hostil y desconocido para nosotros. Y Oscar  también, quien en la sombra, hizo posible el sueño de la amazonía. Y nuestros amigos y compañeros esos días,  quienes rompieron mi arquetipo de americano y nuestro joven compañero de vuelo de Puerto Maldonado a Lima a quien le deseo toda la felicidad del mundo con su pareja. 

Todos eran desconocidos y en todos descubrimos la bondad. Porque sigo diciendo que hay más personas buenas en este mundo, que malas, aunque estas últimas, hagan más ruido. 

Y también este viaje va asociado a personas que por breves instantes han entrado a formar parte de este relato y de nuestras vidas, como la señora en Cuzco a quién comprábamos las empanadillas por la noche y que nos dijo que nos echaría de menos, o las mujeres artesanas, o las pastoras de llamas del altiplano, o las personas con las que compartimos mesa en el mercado de Urubamba.

De la mano de todas ellas disfruté, vi, conocí, y sobre todo, sentí. Pero si seguramente no pueda regresar, sí podré desear decir "Tupananchiskama"  porque el mundo, a pesar de ser grande, también es pequeño.

Mª Angeles del Valle Blázquez

Boadilla del Monte, Julio de 2023