22 de abril, sábado. Hacia el color esmeralda
Alojamiento: Finca Sachavacayoc. Puerto Maldonado
Cuzco-Puerto Maldonado- Finca Sachavacayoc
Cambiamos de escenario por completo. Dejamos las cumbres andinas para internarnos en la selva amazónica.
De nuevo, noche
inquieta. A la hora acordada nos recoge Dionel y en poco tiempo, ya que es
sábado y el tráfico es aceptable, nos deja en el aeropuerto. Nos despedimos
calurosamente. Nos ha acompañado y ha cuidado de nosotros cuatro días de esta
semana y de su mano hemos recorrido todo
el valle y hemos ido descubriendo sus maravillas. Le prometo recomendarle, como
así hago cuando llegamos a Madrid en la página de losviajeros.com.
El avión sale puntualmente y en menos de una hora tomamos tierra en el aeropuerto de Puerto Maldonado. Y los oídos me hicieron sufrir. Debo de tener mucosidad y esto casi desde el segundo día de nuestra estancia en Perú. Habré cogido frio con tanto cambio de temperaturas y los oídos me duelen sobre todo el derecho hasta el punto de pedir a la azafata algo que dice no tener y deseo aterrizar. El dolor se pasó pero el taponamiento de los oídos se mantuvo hasta el día siguiente.
Esta agencia tiene
varios tours para elegir de varios días
de duración en el Lago Sandoval y en la Finca
Sachavacayoc. En un principio cuando había estudiado la posibilidad de
unos días de estancia en la selva amazónica, valoré volar a Iquitos en el mismo
río Amazonas o Puerto Maldonado donde hay varias reservas. No me costó
decidirme por la última, en primer lugar por su cercanía a Cusco y el vuelo
directo, en segundo lugar por el tiempo, menos lluvioso que en el norte y
nosotros teníamos ya la experiencia de caminar por la selva con lluvia o cuando
ha llovido recientemente, y en tercer lugar lo que leíamos es que Iquitos era visitada por mucha más gente que
Puerto Maldonado. Así que el lugar estaba decidido y quedaba donde.
El lago Sandoval es el sitio más popular y más visitado y está más cerca de Puerto Maldonado que la Finca Sachavacayoc. Buscábamos una experiencia que nos sumergiera más en la selva amazónica y donde hubiera menos gente y leí que el lago Sandoval era un ir y venir de gente.
Otro factor que nos decidió fue el poder visitar una colpa de loros, únicas en el mundo. Desde el Lago Sandoval no era posible ya que la distancia era muy grande. Así que nos decantamos por la Finca Sachavacayoc.
Luego, en cuanto a los días cometí un error ya que si en un principio pensé en 3 días, 2 noches, al comprar
los vuelos me equivoqué y conté un día más, 4 días, 3 noches. Y es que había que
tener en cuenta que los vuelos directos desde Cusco a Puerto
Maldonado no son diarios por lo que había que adaptar la estancia en Cusco y las excursiones por
el Valle Sagrado a esta circunstancia. Y yo creo que al final me confundí. Pero no
importó ya que dispusimos de más tiempo para vivir una experiencia en la selva
que sería posiblemente ya la última para nosotros.
Nos quedaba solo tomar
una decisión: elegir qué queríamos, si el “tour todo en uno” que combina 2
noches en la finca Sachavacayoc con 1 en el lago Sandoval, o las 3 noches
completas en la finca Sachavacayoc. La diferencia de precio era inapreciable. Y
esto era un factor importante ya que el importe por los 4 días, 3 noches
ascendía a 550 dólares por persona. Elevado, pero si se analiza detenidamente
no lo es tanto ya que incluye todo, el transporte, terrestre y en barco, el
alojamiento, la comida, el servicio de guía, las excursiones…y una vez que se
ve el lugar, sinceramente, no parece tan caro. Es más, si lo comparo con lo que
nos costó 1 noche 2 días en la estación Sirena en Bahía Drake en Costa Rica, la
estancia en Sachavacayoc resultó más barata.
Ya el día anterior y
luego en el avión, decidimos que elegiríamos el tour todo en uno y así
conoceríamos los dos lugares. Todo el mundo decía que el lago Sandoval era una
belleza. Así que se lo comentamos a nuestro conductor quién nos comentó que
creían que íbamos a la Finca los 4 días. Cuando llegamos a la oficina
comentamos con Oscar nuestra decisión. Evidentemente había habido un problema
de comunicación. Ellos no nos dijeron que teníamos que decidirnos ya que de
elegir el todo en uno nos acoplarían para el lago Sandoval al principio o al
final, y nosotros dimos por sentado que lo haríamos al llegar. Pero no era así.
Oscar nos aconsejó quedarnos solo en la finca, primero por la calidad de los
servicios ya que el alojamiento en el lago se hacía en un lodge de una familia
que ni siquiera tenía agua caliente a lo que le respondimos que eso no nos
importaba. No obstante Oscar nos dijo que lo que había en el lago Sandoval en
cuanto a fauna, lo íbamos a encontrar en la finca Sachavacayoc y en los lagos
cercanos que eran igualmente hermosos aunque algo más pequeños que el Sandoval.
Pero insistimos. Así que Oscar se dispuso a llamar por teléfono al lodge del
lago Sandoval para consultar la disponibilidad de alojamiento.
Pero cuando lo va a hacer, Angel dice que mejor quedarnos en la finca. Lo ganaríamos en tranquilidad ya que el lago Sandoval está en sentido contrario por el río que la finca Sachavacayoc, a 1 hora de distancia, lo que habría que sumar a las 2 horas que nos llevó el trayecto de Puerto Maldonado hasta la finca. Luego también hay que caminar. Todo esto supondría invertir medio día en el traslado de un sitio a otro y tendríamos un programa mucho más apretado, así que decidimos no movernos.
Pudimos irnos con todo nuestro equipaje por lo que no
tuvimos que hacer la “selección”.
Intentamos abonar la
estancia, lo que no conseguimos porque no les funcionaba el lector de tarjetas
así que me envió un enlace para hacer el pago, pero nos damos cuenta de que va
a pasar lo mismo que cuando intentamos comprar los billetes del autobús para el
Machu Picchu, así que Oscar nos dice que lo podremos pagar cuando lleguemos a
la finca como así lo hacemos.
Una pareja de californianos
talluditos (mayores que nosotros), nos esperaban para ir juntos. Serian
nuestros compañeros durante estos días, que no hablaban ni una
palabra de español. Y yo,….me he vuelto vaga con el inglés. Para un sitio donde
me entiendo sin esfuerzo, no me apetece mucho charlar en esta lengua. Quién me
ha visto y quién me ve. Unos años atrás no hubiera desaprovechado una buena oportunidad
como esta para comunicarme en inglés. Pero…una cosa es un ratito y otra, varios
días durante horas.
En nuestro viaje ya vamos contemplando algo de la fauna amazónica: tortugas, capibaras, algún ave que otra, como garzas.., y nos dan nuestro almuerzo en una cestita de mimbre.
Y según pasa el tiempo pienso que no nos puede pasar nada, que como nos pase, nos morimos. Cada vez nos alejamos más de la civilización y a ambos lados del rio, enorme, de color chocolate, emergen unos muros de vegetación tupida.
Una pasarela de madera sobre elevada sobre una zona ajardinada con plantas exóticas, nos dirige hacia el edificio principal donde están los servicios comunes, el restaurante, el bar y una zona de descanso con hamacas, construido en madera y en medio de lo que parece un vergel, un jardín con plantas y flores exóticas diversas.
Traspasamos este
edificio y las habitaciones son bungalows separados unos de otros y unidos por
la misma pasarela de madera. Y distribuidos por un hermoso jardín rodeado de la
espesa vegetación de la selva.
Nuestro bungalow está frente al de los americanos. Tiene un porchecito donde cuelga una hamaca.
Entramos y….sorpresa, es el mejor alojamiento que hemos tenido hasta ahora. Todo de madera, impecable, con mosquiteras alrededor, un alto techo con un ventilador que funciona hasta las 17 horas ya que lo hace con placas solares. Sofá, estupendo baño con una enorme placa de ducha, enorme cama con mosquitera….y no hay ventanas.
Nos han convocado a las 19 horas para dar una vuelta y observar la fauna nocturna. Nos dice que nos pongamos unas botas de agua. Disponen de muchos números, pero….yo tengo los pies delicados y prefiero llevarme mis zapatillas que meto en unas bolsas de plástico para zapatos o botas que compré en amazon cuando fuimos a Costa Rica. Y puedo decir que me salvaron una excursión.
Llevamos nuestras
linternas. Lo primero que vemos en el tronco de un árbol es una hermosa tarántula a la que tocando la tela de araña,
hace salir para que podamos verla mejor. La verdad, es que vista de cerca, en
su entorno, no es tan repelente como cuando las ves en los documentales de la
televisión. La incita a moverse, a que salga más de su nido.
Armado con un buen
machete, seguíamos a nuestro guía, Pepe, quien nos mostraría después una serpiente tan
fina como una ramita y que yo no hubiera distinguido de éstas, otra tarántula
que anidaba en el suelo a la que también la hizo salir para que la pudiéramos
observar mejor. En nuestro regreso oímos un ruido fuerte semejante a cascos de
caballo. Nos dice que es un tapir, que nos habrá olido, por el repelente que todos llevamos puesto, y pone tierra de
por medio. A nuestro alrededor el ruido es
casi ensordecedor y dice que son todo tipo de insectos, chicharras, grillos.
Regresamos al bungalow para descansar antes de la cena. Todo lo hacíamos con nuestro guía, Pepe, excepto dormir. Añadir que los guías iban tapados desde el cuello, cabeza y orejas con una braga. No pueden utilizar repelente de mosquitos todos los días y a todas horas, así que para protegerse utilizan esto y unas gafas de sol.
A la hora acordada nos
reunimos los cinco en el restaurante para tomar nuestra cena. Solo estábamos
nosotros. Un lujo, casi teníamos más personas a nuestro servicio que los que
éramos: guía, conductor de barco, camarero, cocinero, personal auxiliar….en
fin, nos sentimos como los ricos. Nuestros compañeros no hablan nada de español así que
Pepe se ve obligado a traducir a unos o a otros. Yo entiendo cosas, pero no
tengo muchas ganas de esforzarme. Donald comenta algo sobre la calidad de este
lodge en comparación con el de Sandoval y es que ellos han estado allí.
Al salir y mientras
nos dirigimos a nuestra habitación nos quedamos parados en la pasarela mirando
la cúpula celeste. Es muy hermosa, cuajada de estrellas, se ve la vía láctea
con mucha facilidad y preguntamos a Pepe por la Cruz del Sur que nos señala con
su laser que se pierde en este maravilloso cielo estrellado. Es… espectacular.
Parece que estamos en medio de una película, que vivimos un sueño. Nuestros
ojos no pueden dejar de contemplar este cielo cuajado de diminutas luces se
mire a donde se mire con la negra silueta de los árboles recortándose en esta
inmensa cúpula estrellada que parece casi pintada…
Pepe nos ha emplazado
para salir a las 4 de la mañana para ir a la colpa de loros, así que no nos
demoramos más en meternos en la cama después de estirar la mosquitera. No
tardamos mucho en caer en el sueño mientras que escuchamos los ruidos de la
selva.
23 de abril, domingo. Explosión de colores
Alojamiento: Finca Sachavacayoc. Puerto Maldonado
Finca Sachavacayoc- colpa de guacamayos Chuncho-Lago Condenado
Por fin consigo dormir
más de tres horas seguidas. Qué lujo. Y es que estamos a 200 metros de altura y
la saturación llega al 98%. Así que sin
pereza nos levantamos. Todos somos puntuales así que tras descender en la oscuridad de la noche por
las escaleras, nos sentamos en la barca. Nos dan unas mantas para taparnos y vamos también con sudaderas ya que el aire
de la noche es fresco. Y no nos sobra ni la sudadera ni las mantas.
Nos acercamos a una lengua de tierra junto a la orilla del río, donde desembarcamos y bajamos con unos taburetes para sentarnos cómodamente en esta playa de piedras frente a una pared de barro.
Comienza a amanecer. Habremos tardado unas dos horas en llegar hasta aquí. Si sumamos las dos horas que empleamos ayer desde Puerto Maldonado hasta la finca, hacen cuatro. Pero el Lago Sandoval está a una hora más desde Puerto Maldonado en dirección contraria, por lo que venir desde el Lago Sandoval a la colpa llevaría unas cinco horas en barco y hay que llegar aquí al amanecer lo que hace imposible que desde allí se pueda llegar.
Nos sentamos frente al
muro de barro en nuestros taburetes, que si en un principio pienso que son un
lujo posiblemente innecesario, pasadas unas horas lo veo como algo
imprescindible. Al poco vemos como van llegando grupos de guacamayos de todos
los tamaños y colores que se van posando en los árboles. Según Pepe no bajan a
la pared hasta que no se sienten seguros y eso depende del sol y de las sobras que se
proyecten. Si está muy nublado o llueve,
no bajan.
Pepe nos distingue dos especies de guacamayos rojos. También los hay azules y amarillos con unos colores hermosos; nos señala otros más pequeños de color verde. Vemos también tucanes, uno que no habíamos visto en Costa Rica.
Seguimos disfrutando
de este espectáculo maravilloso y único. Tan solo estamos nosotros y a unos 300
metros otro grupo pequeño que ha venido de río arriba.
Y de nuevo volvemos a la observación. Y seguimos disfrutando de esta maravilla de la naturaleza única en el mundo. Nos sentimos privilegiados, afortunados, como…”tocados por los dioses”. Y así seguimos un rato hasta que poco a poco empiezan a desaparecer y a las 8 ó 9 no queda nada, y ningún rastro de que ahí se han reunido cientos de guacamayos durante un par de horas y el silencio retorna al lugar. Así que nosotros río abajo regresamos.
A media mañana
estábamos de vuelta, pero Pepe no nos da
tregua. Nos cita a las 12,30 para comer para después de un breve descanso
partir hacia el lago Condenado. Según él unos 2km y unas 2 horas de caminata.
Angel se extraña y le dice que es mucho tiempo para 2km y nos responde que entre pararnos a observar y
que las raíces de los árboles impedirán que avancemos de forma rápida, la
caminata se alargará.
A la hora acordada todos estamos en el sitio de las botas. Yo decido ir con mis fundas de plástico y me llevo unas zapatillas de repuesto por si acaso las fundas no aguantan. No confío mucho en ellas. Pero no puedo permitirme meter mis pies en cualquier calzado y en este caso se trata de unas botas de goma, de agua. Si me empiezan a dar guerra los dedos de los pies porque haya presión sobre ellos, el camino se puede convertir en una tortura y no se podrá parar en cualquier sitio, y mucho menos sentarme a quitármelas y masajear los dedos, como hago cuando eso me ocurre.
Con un calor de
justicia, sobrepasando los 30 grados y una elevada humedad, salimos en fila
india detrás de Pepe caminando por una senda en medio de la jungla. Nos avisa de no
apoyarnos en arboles mostrándonos algunos que en su tronco tienen unas espinas tan largas y
finas como agujas de ganchillo y otros que tienen unos pinchos como los rosales
pero enormes. Estos últimos ya los habíamos visto en Costa Rica.
Pepe nos va mostrando plantas, como la del cacao y que el único insecto que fecunda sus flores son los mosquitos, de los que por cierto, llevamos una nube alrededor de nosotros. Vemos restos de termiteros que se habrán comido los osos hormigueros y en un momento nos paramos.
De pronto Pepe se pone a saltar y la americana, que era la que iba
detrás de él, se sacude la espalda y se queja. Parece que les están picando
hormigas. A Pepe le picaron siete y a mi también me picó alguna. Nos hemos
parado justo encima de un hormiguero de
hormigas guerreras y no han tardado nada en trepar y picarnos. Las siguientes
veces que las viéramos, o saltábamos, o pasábamos corriendo. Nos habla de las
hormigas bala, llamadas así porque su picadura es tan dolorosa como una bala. Y
nos dice que a él le han picado y el dolor intenso duró días.
Sin más incidentes
llegamos al lago Condenado, supongo que su nombre se debe a que está
“condenado” a desaparecer poco a poco entre la vegetación que lo rodea, una
especie de hierba dura y áspera llamada
grass que va creciendo y que sobresale
del agua.
Pero pronto me olvido de esto y contemplo la belleza que nos circunda.
La soledad es completa. Estamos rodeados de un agua mansa, tranquila, que
refleja como un espejo la vegetación que la rodea. La silueta de los árboles se
yergue hacia el cielo y también es reflejada en esta agua cristalina. Los
sonidos nos envuelven pero son tranquilizadores. Nos desplazamos en silencio y siento una
enorme paz. No sé si por suerte, o por desgracia, no llegamos a ver ninguna
anaconda aunque sí pudimos ver aves, entre ellas, una con una cresta de plumas,
del tamaño de una paloma y que Pepe nos dice que huele mal. El hoatzin. Pero tuvimos
un bonito regalo: un grupo de monos capuchinos.
El sol comenzó a descender
y yo…quería volver. Temía la noche y lo insinué con el comentario de “nos van a comer
los lobos”. Así la canoa se puso en lento movimiento hacia donde la habíamos
cogido.
Adentrados en la selva
perdimos la claridad de la luz del lago,
y la noche se fue echando encima hasta
quedarnos a oscuras por lo que caminamos alumbrados únicamente
con nuestras linternas que dirigíamos a nuestros pies. Exceptuando el paso
del puente colgante que hicimos de nuevo de uno en uno, el regreso lo hicimos sin
detenernos y a un buen paso. Mejor, así no pensábamos. Y esto…requiere otro
ejercicio de fe, de confiar plenamente en Pepe, nuestro guía y que nos
devolvería de nuevo a nuestro pequeño trocito de civilización. Como así fue.
Habíamos empleado más de dos horas en ir y un poco menos de dos en volver, más el tiempo navegando por este pequeño lago y anochece a las 6 de la tarde. Y menos mal a las fundas de plástico. No creo que hubiera aguantado tener mis pies metidos en unas botas de plástico cinco o seis horas que había durado la caminata entre ida y vuelta y habría sido un drama, ya que de no poder más, habría perjudicado seriamente a todo el grupo. Así que, tengo que decir que las fundas de amazon han sido un gran invento y aguantaron perfectamente la caminata, y creo que pueden durar más. A veces lo más sencillo aporta grandes soluciones, pero justo esa sencillez nos hace desconfiar de su eficacia.
Cuando estuvimos
mirando la situación de este lago con
respecto a la finca en el google earth calculamos que podría haber unos 7
km o más entre la ida y la vuelta. Esto
podría explicar las casi 2 horas que empleamos en el regreso ya que en el
camino hay que salvar raíces, charcos, y otros obstáculos que dificultaron
puntualmente el avance. Así que los 2 km
iniciales…se quedaron en más de 3 en cada sentido.
Ya en el lodge, nos citaron para la cena. Antes, nos acercamos a la zona común para enviar nuestros whatssap a los chicos y probar las hamacas. Disfrutábamos de internet hasta las 22 horas, es decir, prácticamente todo el día. En la cafetería o bar había una zona con cinco o seis hamacas colgadas. Y si resulta fácil subir a ellas, bajar no tanto, al menos para mi que no lo hacía con mucha dignidad que digamos y terminaba en el suelo a cuatro patas para luego incorporarme.
En la cena acordamos
la hora para salir al día siguiente hacia el lago Tres Chingadas. Nos dijo que
allí tomaríamos un catamarán y que convendría que no fuéramos muy tarde porque
no disponía de sombra y el sol podía castigarnos. Los americanos no querían
madrugar mucho y nosotros no queríamos asarnos, así que sin ningún problema
acordamos una hora decente para salir, las 7,30, tomando el desayuno antes.
Y tras una ducha, que
yo siempre terminaba con agua fría, a la cama a descansar.
24 de abril, domingo. Poderosas dentaduras
Alojamiento: Finca Sachavacayoc. Puerto Maldonado
Finca Sachavacayoc- Lago Tres Chingadas.
Mañana también estupenda porque hasta ahora no he mencionado que disfrutamos de un tiempo espléndido. Con que no llueva es suficiente ya que cuando estuvimos en la estación Sirena en Costa Rica, sufrimos la lluvia, no tanto sobre nosotros, como la humedad que ocasiona y el barro en todos los senderos. Aquí no nos llovió lo que consideré una bendición que además, nos permitió disfrutar de los guacamayos.
Cuando salimos de nuestra habitación vemos que detrás del alojamiento de los americanos los monos están saltando por los árboles, aunque aquí no conseguimos verlos pero si todo el movimiento que creaban. También vimos una pareja de graciosos capibaras corriendo o peleándose entre las cabañas, y también una ardilla roja que parecía vivir en una platanera. Sigo diciendo que el sitio es un paraíso. Angel comentó que por la noche la luz de entrada a la habitación que se encendía al detectar presencia, lo hizo varias veces.
Tras tomar nuestro
delicioso desayuno con fruta, panqueques, bollitos, huevos…bajamos al rio a
tomar nuestra barca esta vez río abajo. Y mientras embarcábamos descubrimos un pequeño caimán negro que nadó un
rato paralelo a nuestra barca. Tras una hora más o menos, llegamos al punto de
desembarco. Una gran pendiente embarrada nos llevaba a unas escaleras de
madera, pero había que salvar esa pendiente. Afortunadamente el barro estaba
seco y fuimos marcando algo parecido a escalones.
Todos arriba,
iniciamos una senda corta hacia este lago. Aquí se veía actividad ganadera, con
alguna vaya y zonas despejadas de arbolado, así como excrementos de vaca en
nuestra senda.
Pepe cogió una hormiga
para enseñarnos sus poderosas mandíbulas. Y realmente en proporción a su
cabeza, eran descomunales.
Subimos todos y Pepe,
junto a otra persona con sus palas, hicieron que nos desplazáramos suavemente
por el lago. Y pronto comenzamos a ver a la familia de nutrias gigante, compuesta
por dos adultos y una cría. Al principio lejos, pero permitieron que nos acercáramos
a ellas que curiosas, también se acercaron y nos miraron.
No paraban de pescar y comer pirañas e incluso podíamos oir el crujido de las espinas al ser mordidos por las nutrias que tenían una respetable dentadura con buenos colmillos. Parecen criaturas inocentes, pero su mandíbula es terrible y su tamaño, considerable. Disfrutamos de ellas casi hasta cansarnos. Pepe nos dijo que las manchas blancas del cuello son una especie de huella digital que permite identificarlas y que suele haber una familia por lago. Pudimos contemplarlas casi a simple vista a escasos metros del catamarán.
En una orilla de este hermoso lago, más grande que el Condenado pero al parecer más pequeño que el Sandoval, y protegidos de un sol de justicia por la sombra de la espesa vegetación, Pepe preparó nuestra cañas: un palo con un sedal y un anzuelo al que le iba poniendo trozos de carne magra, y tiene que ser magra, porque la grasa la desprecian. Íbamos a pescar pirañas.
Pepe nos dijo que
cuando notáramos que mordían esperáramos un poco y luego tiráramos con
decisión. Y allí estuvimos un rato, entretenidos. La primera que pescó una fui
yo, pero ni tuve la paciencia para que mordiera bien el anzuelo ni la templanza
necesaria, ya que al ver que salía la piraña, me asusté imaginándomela clavada
en algún lugar de mi cuerpo. Y es que tengo una imaginación muy viva. Se soltó
para regresar felizmente al lago. Por suerte para mi.
Pero el otro compañero de Pepe consiguió pescar dos, y de dos especies distintas, lo que sirvió para que, cogiéndolas con mucho cuidado y maestría mientras las quitaba el anzuelo, nos las enseñara. Y lo que miramos todos fue su poderosa y temible dentadura. Parece ser que la película “Alien” se inspiró en la dentadura de las pirañas. Una grandecita que sacó, cerró sus dientes haciendo un ruido como un chasquido. Daba miedo. Y Angel consiguió pescar una piraña. Posó orgulloso para la foto. Todas las pirañas fueron devueltas al río para que nadaran felices o siguieran alimentando a las nutrias.
La bajada no fue tan
mala como yo la imaginaba, que me podía ver resbalando y rodando hasta el río,
de aguas color marrón donde vete tú a saber que bichos habría, a lo mejor un
caimán, o anaconda…ya digo que tengo imaginación viva.
Poco después de la
hora acordada nuestros compañeros americanos seguían sin aparecer, algo extraño
en ellos que en todo momento habían sido puntuales, así que Pepe fue a
buscarlos. Parece que él no se encontraba bien y nos fuimos sin ellos.
Tomamos el barco y con los potentes focos de éste y la linterna de pepe, tratamos de encontrarlos. El sistema de búsqueda es sencillo ya que sus ojos, brillan como dos lucecitas rojas cuando la linterna u otra luz les ilumina. Así pudimos ver los dos tipos de caimanes, el negro, igual que el de esta mañana, y el de anteojos. Anacondas…ninguna.
Después de regresar, tomamos juntos nuestra cena, y volvimos a charlar en una mezcla rara de español e inglés, Pepe traducía cuando yo se lo pedía y me sorprendí porque no tenía ninguna gana de hablar o entender el inglés. Por una vez que el idioma no era una barrera, que no tenía necesidad de hablar inglés para hacerme entender, que captaba todos los matices sin esfuerzo alguno, no me apetecía hacer el esfuerzo así que con facilidad desconectaba de la conversación entre Pepe, y nuestros compañeros americanos.
Pepe nos citó para
mañana a las 7,30 para tomar el desayuno y partir a las 8 hacia Puerto
Maldonado. Nosotros teníamos que estar a las 10,15 en el aeropuerto para tomar
nuestro vuelo de las 12,15 hacia Lima. Nuestros compañeros lo tenían una hora después
e iban hacia Cusco.