La selva amázonica

 22 de abril, sábado. Hacia el color esmeralda

Alojamiento: Finca Sachavacayoc. Puerto Maldonado

Cuzco-Puerto Maldonado- Finca Sachavacayoc

Cambiamos de escenario por completo. Dejamos las cumbres andinas para internarnos en la selva amazónica.

De nuevo, noche inquieta. A la hora acordada nos recoge Dionel y en poco tiempo, ya que es sábado y el tráfico es aceptable, nos deja en el aeropuerto. Nos despedimos calurosamente. Nos ha acompañado y ha cuidado de nosotros cuatro días de esta semana y de su mano hemos  recorrido todo el valle y hemos ido descubriendo sus maravillas. Le prometo recomendarle, como así hago cuando llegamos a Madrid en la página de losviajeros.com.

El avión sale puntualmente y en menos de una hora tomamos tierra en el aeropuerto de Puerto Maldonado. Y los oídos me hicieron sufrir. Debo de tener mucosidad y esto casi desde el segundo día de nuestra estancia en Perú. Habré cogido frio con tanto cambio de temperaturas y los oídos me duelen sobre todo el derecho hasta el punto de pedir a la azafata algo que dice no tener y deseo aterrizar.  El dolor se pasó pero el taponamiento de los oídos se mantuvo hasta el día siguiente.

En el aeropuerto de Puerto Maldonado nos impacta el calor húmedo de la zona. Allí nos espera una persona de Junglepro,  (https://toursjunglepro.com/. Oscar: 0051982613293) como Oscar nos había dicho. En una furgoneta nueva nos acerca a las oficinas de esta empresa a tan solo 15 minutos ya que puerto Maldonado parece más un pueblo que una ciudad.

Esta agencia tiene varios tours para elegir  de varios días de duración en el Lago Sandoval y en la Finca  Sachavacayoc. En un principio cuando había estudiado la posibilidad de unos días de estancia en la selva amazónica, valoré volar a Iquitos en el mismo río Amazonas o Puerto Maldonado donde hay varias reservas. No me costó decidirme por la última, en primer lugar por su cercanía a Cusco y el vuelo directo, en segundo lugar por el tiempo, menos lluvioso que en el norte y nosotros teníamos ya la experiencia de caminar por la selva con lluvia o cuando ha llovido recientemente, y en tercer lugar lo que leíamos es que  Iquitos era visitada por mucha más gente que Puerto Maldonado. Así que el lugar estaba decidido y quedaba donde.

El lago Sandoval es el sitio más popular y más visitado y está más cerca de Puerto Maldonado que la Finca Sachavacayoc. Buscábamos una experiencia que nos sumergiera más en la selva amazónica y donde hubiera menos gente y leí que el lago Sandoval era un ir y venir de gente. 

Otro factor que nos decidió fue el poder visitar una colpa de loros, únicas en el mundo. Desde el Lago Sandoval no era posible ya que la distancia era muy grande. Así que nos decantamos por  la Finca Sachavacayoc.  

Luego, en cuanto a los días cometí un error ya que si en un principio pensé en 3 días, 2 noches, al comprar los vuelos me equivoqué y conté un día más, 4 días, 3 noches. Y es que había que tener en cuenta que los vuelos directos desde Cusco a Puerto Maldonado no son diarios por lo que había que adaptar la estancia en Cusco y las excursiones por el Valle Sagrado a esta circunstancia. Y yo creo que al final me confundí. Pero no importó ya que dispusimos de más tiempo para vivir una experiencia en la selva que sería posiblemente ya la última para nosotros.

Nos quedaba solo tomar una decisión: elegir qué queríamos, si el “tour todo en uno” que combina 2 noches en la finca Sachavacayoc con 1 en el lago Sandoval, o las 3 noches completas en la finca Sachavacayoc. La diferencia de precio era inapreciable. Y esto era un factor importante ya que el importe por los 4 días, 3 noches ascendía a 550 dólares por persona. Elevado, pero si se analiza detenidamente no lo es tanto ya que incluye todo, el transporte, terrestre y en barco, el alojamiento, la comida, el servicio de guía, las excursiones…y una vez que se ve el lugar, sinceramente, no parece tan caro. Es más, si lo comparo con lo que nos costó 1 noche 2 días en la estación Sirena en Bahía Drake en Costa Rica, la estancia en Sachavacayoc resultó más barata.

Ya el día anterior y luego en el avión, decidimos que elegiríamos el tour todo en uno y así conoceríamos los dos lugares. Todo el mundo decía que el lago Sandoval era una belleza. Así que se lo comentamos a nuestro conductor quién nos comentó que creían que íbamos a la Finca los 4 días. Cuando llegamos a la oficina comentamos con Oscar nuestra decisión. Evidentemente había habido un problema de comunicación. Ellos no nos dijeron que teníamos que decidirnos ya que de elegir el todo en uno nos acoplarían para el lago Sandoval al principio o al final, y nosotros dimos por sentado que lo haríamos al llegar. Pero no era así. Oscar nos aconsejó quedarnos solo en la finca, primero por la calidad de los servicios ya que el alojamiento en el lago se hacía en un lodge de una familia que ni siquiera tenía agua caliente a lo que le respondimos que eso no nos importaba. No obstante Oscar nos dijo que lo que había en el lago Sandoval en cuanto a fauna, lo íbamos a encontrar en la finca Sachavacayoc y en los lagos cercanos que eran igualmente hermosos aunque algo más pequeños que el Sandoval. Pero insistimos. Así que Oscar se dispuso a llamar por teléfono al lodge del lago Sandoval para consultar la disponibilidad de alojamiento.

Pero cuando lo va a hacer, Angel dice que mejor quedarnos en la finca. Lo ganaríamos en tranquilidad ya que el lago Sandoval está en sentido contrario por el río que la finca Sachavacayoc, a 1 hora de distancia, lo que habría que sumar a las 2 horas que nos llevó el trayecto de Puerto Maldonado hasta la finca. Luego también hay que caminar. Todo esto supondría invertir medio día en el traslado de un sitio a otro y tendríamos un programa mucho más apretado, así que decidimos no movernos. 

Pudimos irnos con todo nuestro equipaje por lo que no tuvimos que hacer la “selección”.

Intentamos abonar la estancia, lo que no conseguimos porque no les funcionaba el lector de tarjetas así que me envió un enlace para hacer el pago, pero nos damos cuenta de que va a pasar lo mismo que cuando intentamos comprar los billetes del autobús para el Machu Picchu, así que Oscar nos dice que lo podremos pagar cuando lleguemos a la finca como así lo hacemos.

Una pareja de californianos talluditos (mayores que nosotros), nos esperaban para ir juntos. Serian nuestros compañeros durante estos días, que no hablaban ni una palabra de español. Y yo,….me he vuelto vaga con el inglés. Para un sitio donde me entiendo sin esfuerzo, no me apetece mucho charlar en esta lengua. Quién me ha visto y quién me ve. Unos años atrás no hubiera desaprovechado una buena oportunidad como esta para comunicarme en inglés. Pero…una cosa es un ratito y otra, varios días durante horas.

Subimos a la lancha que nos esperaba junto a las oficinas de Junglepro y remontamos  el rio Tambopata rumbo a nuestro alojamiento. 

En nuestro viaje ya vamos contemplando algo de la fauna amazónica: tortugas,  capibaras, algún ave que otra, como garzas.., y nos dan nuestro almuerzo en una cestita de mimbre. 

Es una especie de tamal, una hoja similar a la de la platanera que envuelve arroz con verduras muy bien cocinado. Y mientras navegamos a una buena velocidad, damos cuenta de la comida. Cuando acabamos los cuatro de comer, la barca acelera  río arriba.

Y según pasa el tiempo pienso que no nos puede pasar nada, que como nos pase, nos morimos. Cada vez nos alejamos más de la civilización y a ambos lados del rio, enorme, de color chocolate, emergen unos muros de vegetación tupida.

A las dos horas de navegación llegamos a nuestro destino. Unas escaleras de madera muy empinadas ascienden por la ladera del río. Estamos en medio de la nada a dos horas de la civilización. Una vez arriba contemplamos unas espléndidas vistas del magnífico río Tambopata, afluente  del Madre de Dios, que a su vez es también afluente del Amazonas. Si el Tambopata tiene esta anchura….¿cómo será la del Amazonas?.

Una pasarela de madera sobre elevada sobre una zona ajardinada con plantas exóticas,  nos dirige hacia el edificio principal donde están los servicios comunes,  el restaurante, el bar y una zona de descanso con hamacas, construido en madera y en medio de lo que parece un vergel, un jardín con plantas y flores exóticas diversas.

Traspasamos este edificio y las habitaciones son bungalows separados unos de otros y unidos por la misma pasarela de madera. Y distribuidos por un hermoso jardín rodeado de la espesa vegetación de la selva.

Nuestro bungalow está frente al de los americanos. Tiene un porchecito donde cuelga una hamaca. 

Entramos y….sorpresa, es el mejor alojamiento que hemos tenido hasta ahora. Todo de madera, impecable, con mosquiteras alrededor, un alto techo con un ventilador que funciona hasta las 17 horas ya que lo hace con placas solares. Sofá, estupendo baño con una enorme placa de ducha, enorme cama con mosquitera….y no hay ventanas. 

A un metro del suelo está abierto y cerrado con mosquiteras y unos visillos. Podemos contemplar la selva desde nuestra cama. Y oírla.  Una belleza, un lujo de lugar. 

Y sentimos mucho calor. La temperatura por el día no bajó de 30 grados con una humedad muy alta. Yo terminaba las duchas con agua fría para refrescarme. 

Siguiendo las instrucciones de Oscar guardamos en la caja fuerte….¡la comida!, si no queremos atraer a los monos que pueden rondar por los alrededores.

Nos han convocado a las 19 horas para dar una vuelta y observar la fauna nocturna. Nos dice que nos pongamos unas botas de agua. Disponen de muchos números, pero….yo tengo los pies delicados y prefiero llevarme mis zapatillas que meto en unas bolsas de plástico para zapatos o botas que compré en amazon cuando fuimos a Costa Rica. Y puedo decir que me salvaron una excursión.

Llevamos nuestras linternas. Lo primero que vemos en el tronco de un árbol es una hermosa  tarántula a la que tocando la tela de araña, hace salir para que podamos verla mejor. La verdad, es que vista de cerca, en su entorno, no es tan repelente como cuando las ves en los documentales de la televisión. La incita a moverse, a que salga más de su nido.

Armado con un buen machete, seguíamos a nuestro guía, Pepe,  quien nos mostraría después una serpiente tan fina como una ramita y que yo no hubiera distinguido de éstas, otra tarántula que anidaba en el suelo a la que también la hizo salir para que la pudiéramos observar mejor. En nuestro regreso oímos un ruido fuerte semejante a cascos de caballo. Nos dice que es un tapir, que nos habrá olido, por el repelente  que todos llevamos puesto, y pone tierra de por medio. A nuestro alrededor el ruido es casi ensordecedor y dice que son todo tipo de insectos, chicharras, grillos.

Regresamos al bungalow  para descansar antes de  la cena. Todo lo hacíamos con nuestro guía, Pepe, excepto dormir. Añadir que los guías iban tapados desde el cuello, cabeza y orejas con una braga. No pueden utilizar repelente de mosquitos todos los días y a todas horas, así que para protegerse utilizan esto y unas gafas de sol.

A la hora acordada nos reunimos los cinco en el restaurante para tomar nuestra cena. Solo estábamos nosotros. Un lujo, casi teníamos más personas a nuestro servicio que los que éramos: guía, conductor de barco, camarero, cocinero, personal auxiliar….en fin, nos sentimos como los ricos. Nuestros compañeros no hablan nada de español así que Pepe se ve obligado a traducir a unos o a otros. Yo entiendo cosas, pero no tengo muchas ganas de esforzarme. Donald comenta algo sobre la calidad de este lodge en comparación con el de Sandoval y es que ellos han estado allí.

Al salir y mientras nos dirigimos a nuestra habitación nos quedamos parados en la pasarela mirando la cúpula celeste. Es muy hermosa, cuajada de estrellas, se ve la vía láctea con mucha facilidad y preguntamos a Pepe por la Cruz del Sur que nos señala con su laser que se pierde en este maravilloso cielo estrellado. Es… espectacular. Parece que estamos en medio de una película, que vivimos un sueño. Nuestros ojos no pueden dejar de contemplar este cielo cuajado de diminutas luces se mire a donde se mire con la negra silueta de los árboles recortándose en esta inmensa cúpula estrellada que parece casi pintada…

Pepe nos ha emplazado para salir a las 4 de la mañana para ir a la colpa de loros, así que no nos demoramos más en meternos en la cama después de estirar la mosquitera. No tardamos mucho en caer en el sueño mientras que escuchamos los ruidos de la selva.

23 de abril, domingo. Explosión de colores

Alojamiento: Finca Sachavacayoc. Puerto Maldonado

Finca Sachavacayoc- colpa de guacamayos Chuncho-Lago Condenado

Por fin consigo dormir más de tres horas seguidas. Qué lujo. Y es que estamos a 200 metros de altura y la saturación llega al 98%.  Así que sin pereza nos levantamos. Todos somos puntuales así que  tras descender en la oscuridad de la noche por las escaleras, nos sentamos en la barca. Nos dan unas mantas para taparnos  y vamos también con sudaderas ya que el aire de la noche es fresco. Y no nos sobra ni la sudadera ni las mantas.

No se ve absolutamente nada, no hay luna y la noche es cerrada y la barca se desplaza rio arriba a buena velocidad moviéndose de un lado a otro y no lo hace en línea recta. No puedo dejar de comentarlo porque no me explico cómo consigue navegar a ciegas. Pepe dice que el conductor lleva un GPS incorporado. 

Como le vemos a él tranquilo, nosotros también. Esto es una cuestión de fe, pero en todo. Aquí solos no sobreviviríamos, no sabemos nada de nada y nos tenemos que poner en sus expertas manos. Nos arrebujamos en las mantas y remontamos el río en la oscuridad de la noche mientras que somos acariciados por el aire fresco.

Y casi sin darnos cuenta comienza a clarear y a dibujarse las orillas del río y a recortarse en el horizonte las siluetas de los árboles y de la vegetación. Nos acercamos a una orilla donde paramos para que Pepe se acerque a un puesto de control del parque para continuar hasta nuestro destino a donde llegamos apenas amanecido.

Nos acercamos a una lengua de tierra junto a la orilla del río, donde desembarcamos y bajamos con unos taburetes para sentarnos cómodamente en esta playa de piedras frente a una pared de barro. 

Comienza a amanecer. Habremos tardado unas dos horas en llegar hasta aquí. Si sumamos las dos horas que empleamos ayer desde Puerto Maldonado hasta la finca, hacen cuatro. Pero el Lago Sandoval está a una hora más desde Puerto Maldonado en dirección contraria, por lo que venir desde el Lago Sandoval a la colpa llevaría unas cinco horas en barco y hay que llegar aquí al amanecer lo que hace imposible que desde allí se pueda llegar.

Nos sentamos frente al muro de barro en nuestros taburetes, que si en un principio pienso que son un lujo posiblemente innecesario, pasadas unas horas lo veo como algo imprescindible. Al poco vemos como van llegando grupos de guacamayos de todos los tamaños y colores que se van posando en los árboles. Según Pepe no bajan a la pared hasta que no se sienten seguros y eso depende  del sol y de las sobras que se proyecten.  Si está muy nublado o llueve, no bajan.

Hoy, tenemos suerte,  y al rato comienzan a descender y a pegarse a las paredes. 

El espectáculo es único. Los colores rojos, azules, amarillos, verdes…lo pintan y lo llenan todo. Aletean, vuelan, se posan, se mueven de un sitio a otro, suben, bajan….es de una belleza indescriptible porque todo un arco iris móvil de colores llena el espacio que tenemos frente a nosotros. 

Y el sonido que lo acompaña….pero lo que más me tiene absorbida es este espectáculo vivo de color. Nada, nada que hayamos visto puede asemejarse a lo que estamos contemplando. Como siempre, la naturaleza desborda todo, y la imaginación humana, aunque trate de imitarlo, no lo consigue.

Pepe ha situado su telescopio al que nos asomamos de vez en cuando para verlos con más detalle. También le vamos dando los móviles para que haga grabaciones aunque no resultaron muy buenas al tener el objetivo una pequeña mancha. Las que hice yo con mi cámara de fotos resultaron  algo mejores aunque las hiciera medio a ciegas. Pero lo que realmente es sublime, es el conjunto, el aleteo de vivos colores en continuo movimiento.

Parece ser que acuden allí atraídos por los nutrientes, probablemente sal, que se encuentra en la arcilla de la tierra del acantilado.

Pepe nos distingue dos especies de guacamayos rojos.  También los hay azules y amarillos con unos colores hermosos; nos señala  otros más pequeños de color verde. Vemos también tucanes, uno que no habíamos visto en Costa Rica.


Seguimos disfrutando de este espectáculo maravilloso y único. Tan solo estamos nosotros y a unos 300 metros otro grupo pequeño que ha venido de río arriba.

Pepe nos saca de nuestro estado de "hipnosis" para llamarnos a que nos acerquemos a nuestro barco donde el conductor ha montado una mesa con un buen desayuno con bollitos, panqueques, mantequilla, mermelada, fruta…café, leche….para estar  en medio de la selva  amazónica no parece faltar nada. Es un desayuno de reyes que tomamos de pie.  

Y de nuevo volvemos a la observación. Y seguimos disfrutando de esta maravilla de la naturaleza única en el mundo. Nos sentimos privilegiados, afortunados, como…”tocados por los dioses”. Y así seguimos un rato hasta que poco a poco empiezan a desaparecer y a las 8 ó 9 no queda nada, y ningún rastro de que ahí se han reunido cientos de guacamayos durante un par de horas y el silencio retorna al lugar. Así que nosotros río abajo regresamos.


A media mañana estábamos de vuelta,  pero Pepe no nos da tregua. Nos cita a las 12,30 para comer para después de un breve descanso partir hacia el lago Condenado. Según él unos 2km y unas 2 horas de caminata. Angel se extraña y le dice que es mucho tiempo para 2km y  nos responde que entre pararnos a observar y que las raíces de los árboles impedirán que avancemos de forma rápida, la caminata se alargará.

A la hora acordada todos estamos en el sitio de las botas.  Yo decido ir con mis fundas de plástico y me llevo unas zapatillas de repuesto por si acaso las fundas no aguantan. No confío mucho en ellas. Pero no puedo permitirme meter mis pies en cualquier calzado y en este caso se trata de unas botas de goma, de agua. Si me empiezan a dar guerra los dedos de los pies porque haya presión sobre ellos, el camino se puede convertir en una tortura y no se podrá parar en cualquier sitio, y mucho menos sentarme a quitármelas y masajear los dedos, como hago cuando eso me ocurre.

Con un calor de justicia, sobrepasando los 30 grados y una elevada humedad, salimos en fila india detrás de Pepe caminando por una senda en medio de la jungla. Nos avisa de no apoyarnos en arboles mostrándonos algunos que en su tronco tienen unas espinas tan largas y finas como agujas de ganchillo y otros que tienen unos pinchos como los rosales pero enormes. Estos últimos ya los habíamos visto en Costa  Rica.

Según caminamos Pepe va observando y buscando. De pronto nos dice que corramos  y obedientes, los cuatro lo hacemos detrás de él sin saber el motivo. Parece que todos tenemos claro que tenemos que obedecer lo que nos diga y de forma inmediata. Nos paramos detrás de él y nos enseña a dos metros escasos de nosotros, un oso hormiguero que placenteramente se ha echado en el suelo a dormir la siesta. Y nos permite que nos acerquemos a él y lo hacemos hasta un metro de distancia. Parece que es muy joven y  no nos identifica como depredadores y nos deja mirarle  y tomarle fotos hasta que nos aburrimos.

Pepe nos va mostrando plantas, como la del cacao y que el único insecto que fecunda sus flores son los mosquitos, de los que por cierto, llevamos una nube alrededor de nosotros. Vemos restos de termiteros que se habrán comido los osos hormigueros y en un momento nos paramos. 

De pronto Pepe se pone a saltar y la americana, que era la que iba detrás de él, se sacude la espalda y se queja. Parece que les están picando hormigas. A Pepe le picaron siete y a mi también me picó alguna. Nos hemos parado justo encima de un hormiguero  de hormigas guerreras y no han tardado nada en trepar y picarnos. Las siguientes veces que las viéramos, o saltábamos, o pasábamos corriendo. Nos habla de las hormigas bala, llamadas así porque su picadura es tan dolorosa como una bala. Y nos dice que a él le han picado y el dolor intenso duró días.

Y seguimos nuestro camino hasta llegar a una zona pantanosa y un puente colgante que pasamos de uno en uno ya que oscilaba considerablemente al caminar por él

Sin más incidentes llegamos al lago Condenado, supongo que su nombre se debe a que está “condenado” a desaparecer poco a poco entre la vegetación que lo rodea, una especie de  hierba dura y áspera llamada grass que  va creciendo y que sobresale del agua.



Ya en el lago Pepe nos ayuda a subir a una canoa. Ayudado inicialmente por nuestro compañero americano, nos desplazamos lentamente por el lago. Nos rodea el agua y esta hierba dura sobresale unos 30 cm la altura de la canoa. Pepe busca anacondas y nos dice que donde vemos esta hierba aplastada es por donde se han desplazado ellas u otro animal grande. No me seduce nada la idea de ver una a la misma altura de la canoa y cerca de nosotros. Pero nada.

Pero pronto me olvido de esto y contemplo la belleza que nos circunda. La soledad es completa. Estamos rodeados de un agua mansa, tranquila, que refleja como un espejo la vegetación que la rodea. La silueta de los árboles se yergue hacia el cielo y también es reflejada en esta agua cristalina. Los sonidos nos envuelven pero son tranquilizadores.  Nos desplazamos en silencio y siento una enorme paz. No sé si por suerte, o por desgracia, no llegamos a ver ninguna anaconda aunque sí pudimos ver aves, entre ellas, una con una cresta de plumas, del tamaño de una paloma y que Pepe nos dice que huele mal. El hoatzin. Pero tuvimos un bonito regalo: un grupo de monos capuchinos.

Al principio solo veíamos moverse las ramas, ya que saltaban de árbol en árbol, pero después se fueron acercando al agua  y pudimos disfrutar de ellos con mucha claridad al ser aquí la vegetación menos densa y no moverse tanto por estar comiendo.  Un espectáculo único del que disfrutamos en primera fila y en una soledad completa.

El sol comenzó a descender y yo…quería volver. Temía la noche  y lo  insinué con el comentario de “nos van a comer los lobos”. Así la canoa se puso en lento movimiento hacia donde la habíamos cogido.

Y la puesta de sol pintó de hermosos colores a este lago. En el cielo se comenzaron a mezclar los  amarillos y dorados con el azul, y el blanquecino y grisáceo de alguna nubecilla perdida y que fueron a su vez reflejados en las cristalinas aguas.  Bellísimo espectáculo que duró más bien poco ya que el desembarco llegó enseguida.

Adentrados en la selva perdimos la claridad  de la luz del lago, y la noche se fue echando encima  hasta quedarnos a oscuras por lo que caminamos alumbrados únicamente  con nuestras linternas que dirigíamos a nuestros pies. Exceptuando el paso del puente colgante que hicimos de nuevo de uno en uno, el regreso lo hicimos sin detenernos y a un buen paso. Mejor, así no pensábamos. Y esto…requiere otro ejercicio de fe, de confiar plenamente en Pepe, nuestro guía y que nos devolvería de nuevo a nuestro pequeño trocito de civilización. Como así fue.

Habíamos empleado más de dos horas en ir y un poco menos de dos en volver, más el tiempo navegando por este pequeño lago  y anochece a las 6 de la tarde. Y menos mal a las fundas de plástico. No creo que hubiera aguantado tener mis pies metidos en unas botas de plástico cinco o seis horas que había durado la caminata entre ida y vuelta y habría sido un drama, ya que de no poder más, habría perjudicado seriamente a todo el grupo.  Así que, tengo que decir que las fundas de amazon han sido un gran invento y aguantaron perfectamente la caminata, y creo que pueden durar más. A veces lo más sencillo aporta grandes soluciones, pero justo esa sencillez nos hace desconfiar de su eficacia.

Cuando estuvimos mirando  la situación de este lago con respecto a la finca en el google earth calculamos que podría haber unos 7 km  o más entre la ida y la vuelta. Esto podría explicar las casi 2 horas que empleamos en el regreso ya que en el camino hay que salvar raíces, charcos, y otros obstáculos que dificultaron puntualmente el avance. Así que los  2 km iniciales…se quedaron en más de 3 en cada sentido.

Ya en el lodge, nos citaron para la cena. Antes, nos acercamos a la zona común para enviar nuestros whatssap a los chicos y probar las hamacas. Disfrutábamos de internet hasta las 22 horas, es decir, prácticamente todo el día. En la cafetería o bar había una zona con cinco o seis hamacas colgadas. Y si resulta fácil subir a ellas, bajar no tanto, al menos para mi que no lo hacía con mucha dignidad que digamos y terminaba en el suelo a cuatro patas para luego incorporarme.


En la cena acordamos la hora para salir al día siguiente hacia el lago Tres Chingadas. Nos dijo que allí tomaríamos un catamarán y que convendría que no fuéramos muy tarde porque no disponía de sombra y el sol podía castigarnos. Los americanos no querían madrugar mucho y nosotros no queríamos asarnos, así que sin ningún problema acordamos una hora decente para salir, las 7,30, tomando el desayuno antes.

Y tras una ducha, que yo siempre terminaba con agua fría, a la cama a descansar.

24 de abril, domingo. Poderosas dentaduras

Alojamiento: Finca Sachavacayoc. Puerto Maldonado

Finca Sachavacayoc- Lago Tres Chingadas.

Mañana también estupenda porque hasta ahora no he mencionado que disfrutamos de un tiempo espléndido. Con que no llueva es suficiente ya que cuando estuvimos en la estación Sirena en Costa Rica, sufrimos la lluvia, no tanto sobre nosotros, como la humedad que ocasiona y el barro en todos los senderos. Aquí no nos llovió lo que consideré una bendición que además, nos permitió disfrutar de los guacamayos.

Cuando salimos de nuestra habitación vemos que detrás del alojamiento de los americanos los monos están saltando por los árboles, aunque aquí no conseguimos verlos pero si todo el movimiento que creaban. También vimos una pareja de graciosos capibaras corriendo o peleándose entre las cabañas, y también una ardilla roja que parecía vivir en una platanera. Sigo diciendo que el sitio es un paraíso. Angel comentó que por la noche la luz de entrada a la habitación que se encendía al detectar presencia, lo hizo varias veces.


Tras tomar nuestro delicioso desayuno con fruta, panqueques, bollitos, huevos…bajamos al rio a tomar nuestra barca esta vez río abajo. Y mientras embarcábamos descubrimos un pequeño caimán negro que nadó un rato paralelo a nuestra barca. Tras una hora más o menos, llegamos al punto de desembarco. Una gran pendiente embarrada nos llevaba a unas escaleras de madera, pero había que salvar esa pendiente. Afortunadamente el barro estaba seco y fuimos marcando algo parecido a escalones.

Todos arriba, iniciamos una senda corta hacia este lago. Aquí se veía actividad ganadera, con alguna vaya y zonas despejadas de arbolado, así como excrementos de vaca en nuestra senda.

Pepe cogió una hormiga para enseñarnos sus poderosas mandíbulas. Y realmente en proporción a su cabeza, eran descomunales.

En poco llegamos al lago y a nuestro “catamarán” que era dos barcas o canoas unidas por una plataforma de madera con unas tablas a lo largo a modo de bancos. No necesitábamos más, bueno, una sombra no hubiera sobrado.

Subimos todos y Pepe, junto a otra persona con sus palas, hicieron que nos desplazáramos suavemente por el lago. Y pronto comenzamos a ver a la familia de nutrias gigante, compuesta por dos adultos y una cría. Al principio lejos, pero permitieron que nos acercáramos a ellas que curiosas, también se acercaron y nos miraron.

No paraban de pescar y comer pirañas e incluso podíamos oir el crujido de las espinas al ser mordidos por las nutrias que tenían una respetable dentadura con buenos colmillos. Parecen criaturas inocentes, pero su mandíbula es terrible y su tamaño,  considerable.  Disfrutamos de ellas casi hasta cansarnos. Pepe nos dijo que las manchas blancas del cuello son una especie de huella digital que permite identificarlas y que suele haber una familia por lago. Pudimos contemplarlas casi a simple vista a escasos metros del catamarán.



En una orilla de este hermoso lago, más grande que el Condenado pero al parecer más pequeño que el Sandoval, y protegidos de un sol de justicia por la sombra de la espesa vegetación, Pepe preparó nuestra cañas: un palo con un sedal y un anzuelo al que le iba poniendo trozos de carne magra, y tiene que ser magra, porque la grasa la desprecian. Íbamos a pescar pirañas.

Pepe nos dijo que cuando notáramos que mordían esperáramos un poco y luego tiráramos con decisión. Y allí estuvimos un rato, entretenidos. La primera que pescó una fui yo, pero ni tuve la paciencia para que mordiera bien el anzuelo ni la templanza necesaria, ya que al ver que salía la piraña, me asusté imaginándomela clavada en algún lugar de mi cuerpo. Y es que tengo una imaginación muy viva. Se soltó para regresar felizmente al lago. Por suerte para mi.

Pero el otro compañero de Pepe consiguió pescar dos, y de dos especies distintas, lo que sirvió para que, cogiéndolas con mucho cuidado y maestría mientras las quitaba el anzuelo, nos las enseñara. Y lo que miramos todos fue su poderosa y temible dentadura.  Parece ser que la película “Alien” se inspiró en la dentadura de las pirañas. Una grandecita que sacó, cerró sus dientes haciendo un ruido como un chasquido. Daba miedo. Y Angel consiguió pescar una piraña. Posó orgulloso para la foto. Todas las pirañas fueron devueltas al río para que nadaran felices o siguieran alimentando a las nutrias.

Los americanos fueron los primeros en aburrirse y nosotros ya nos dimos por satisfechos así que iniciamos el regreso cruzando el lago con el catamarán y luego deshaciendo la senda que habíamos hecho.


La bajada no fue tan mala como yo la imaginaba, que me podía ver resbalando y rodando hasta el río, de aguas color marrón donde vete tú a saber que bichos habría, a lo mejor un caimán, o anaconda…ya digo que tengo imaginación viva.


Cuando dejábamos la orilla nos sorprendió otro espectáculo maravilloso: mariposas de vivos colores, principalmente amarillas, verdosas, blancas y otras blancas con unas bandas negras aleteando posadas sobre el barro tomando los minerales. Algo tremendamente sencillo pero de una gran belleza. Tan solo duró unos instantes, pero fueron únicos, como todo lo que hasta ahora habíamos disfrutado.

Ahora río arriba, regresamos al lodge, descanso y comida, como siempre, deliciosa, otra cosa a destacar de este lugar. La tarde la dedicaríamos al descanso. Paseamos explorando todo el terreno que pudimos, sin salir de la finca. Somos prudentes. Pepe nos había citado a las  18,15 para salir a buscar caimanes en la noche.

Poco después de la hora acordada nuestros compañeros americanos seguían sin aparecer, algo extraño en ellos que en todo momento habían sido puntuales, así que Pepe fue a buscarlos. Parece que él no se encontraba bien y nos fuimos sin ellos.

Tomamos el barco y con los potentes focos de éste y la linterna de pepe, tratamos de encontrarlos. El sistema de búsqueda es sencillo  ya que sus ojos, brillan como dos lucecitas rojas cuando la linterna u otra luz les ilumina. Así pudimos ver los dos tipos de caimanes, el negro, igual que el de esta mañana, y el de anteojos. Anacondas…ninguna.


Después de regresar,  tomamos juntos nuestra cena,  y volvimos a charlar en una mezcla rara de español e inglés, Pepe traducía cuando yo se lo pedía y me sorprendí porque no tenía ninguna gana de hablar o entender el inglés. Por una vez que el idioma no era una barrera, que no tenía necesidad de hablar inglés para hacerme entender, que captaba todos los matices sin esfuerzo alguno,  no me apetecía hacer el esfuerzo así que con facilidad desconectaba de la conversación entre Pepe, y nuestros compañeros americanos.

Lo peor se lo llevo Pepe que tenía que ir cambiando el chip de inglés a español y al revés aunque muchas veces se lo tenía que pedir yo o preguntarle si había comprendido bien lo que decían. Y es que una cosa es una conversación corta y otra mantener la atención durante toda la comida o la cena. Para mi resultaba agotador. De nuestros compañeros y en las conversaciones de estos días, supe que él era psicólogo, que les gustaba mucho la montaña a donde iban antes (no sé si en la actualidad) una vez a la semana, que eran grandes viajeros y que conocían España y les gustaba. Perú formaba parte de un gran viaje por Sudamérica que hacían a través de una agencia de viajes americana. No parecían para nada el típico americano o al menos no entraba en el arquetipo que tenía de ellos.  Resultaron unos buenos compañeros con los que a pesar de la barrera del idioma, encajamos muy bien.

Pepe nos citó para mañana a las 7,30 para tomar el desayuno y partir a las 8 hacia Puerto Maldonado. Nosotros teníamos que estar a las 10,15 en el aeropuerto para tomar nuestro vuelo de las 12,15 hacia Lima. Nuestros compañeros lo tenían una hora después e iban hacia Cusco.